La protección social de las personas mayores en la UE es menos uniforme de lo que cabría esperar a primera vista. Los programas de renta y los servicios sociales para mayores incluyen un amplio espectro de sistemas de protección que pueden cambiar las circunstancias relativas de la población mayor en situación de dependencia en cada país. Los aspectos relevantes en este contexto incluyen no solo los sistemas de protección consolidados, como pensiones, sanidad y los servicios tradicionales, sino también programas adicionales de renta, prestaciones de vivienda y gastos fiscales.
Sólo está disponible una información dispersa y fragmentada sobre esta última protección y los presupuestos que la constituyen. Además la información concerniente a las necesidades de las personas mayores también es escasa. No existe un sistema estandarizado de información para poder investigar las necesidades de las personas mayores en situación de dependencia.
De lo que se tiene conocimiento es que la situación actual tiende a centrarse más sobre la diversificación, innovación y experimentación con nuevas modalidades de asistencia más que sobre la provisión de recursos públicos y el desarrollo cuantitativo de los sistemas disponibles. Esta tendencia tiende a observarse en todos los países pero principalmente en aquellos donde existen sistemas de cobertura universal.
La tendencia hacia la diversificación es un indicador de alto desarrollo de los sistemas de Estados de Bienestar, aunque la tendencia opuesta (recorte del gasto público) es ilustrativa de la tendencia general hacia menos Estado. Cuando esto se pone en relación con los servicios para los mayores y las necesidades de cuidados prolongados, la corriente discurre contra las tendencias demográficas y el poder adquisitivo de las generaciones mayores, cuyas necesidades asistenciales son más elevadas. Por esta razón en un número importante de países hay una expansión cuantitativa, sistemas bien financiados (Alemania), más plazas sanitarias (Francia) y una mejor vivienda y asistencia de los mayores (Países Bajos). Se ha constatado en varios países, una creciente apelación a la asistencia social para cubrir estas necesidades Siempre habrá nuevas necesidades y nuevos sistemas de cuidado, pero la gran mayoría de las necesidades de dependencia pueden ser reducidas a necesidades normales de Seguridad Social: la necesidad de ingresos suficientes y la necesidad de salud y otros Servicios Sociales que en gran medida están generados por causas médicas.
En bastantes países de la UE hay un creciente debate referente a la financiación de los cuidados de larga duración de las personas mayores en situación de dependencia. También se da un fuerte debate sobre cómo pagar el cuidado informal. Qué modelo de cuidados deseamos promover es también una de las decisiones que tiene que ser definida. La elección que habría que hacer considerando la protección social de la dependencia debe ser, en nuestra opinión, un reflejo del modelo alemán o del modelo francés.
Protección en España
Hasta hoy, el cuidado informal de la familia es la fuente principal de apoyo al mayor en situación de dependencia, junto con la garantía de las pensiones, la gratuidad del servicios sanitario y farmacéutico y cierta disponibilidad de servicios sociales (como la ayuda a domicilio) si bien baja. Parece que la creación de un seguro adicional o un seguro de la dependencia podría alterar el sistema de Seguridad Social.
Las soluciones privadas no son muy viables, desde el momento en que no existe un mercado demandante con una consolidación económica importante. El coste de un seguro de cuidados de larga duración no se identifica aún como un riesgo universal, sino excepcional (como el accidente de trabajo, la discapacidad). Hasta hoy el seguro de dependencia no esta incluido en las prioridades de la reforma de la Seguridad Social que esta centrada en la viabilidad del sistema público de pensiones y la promoción de seguros privados complementarios.
En el debate que tiene lugar sobre las estimaciones de la población de personas en situación de dependencia se puede utilizar como indicador la suma de: “puedo hacerlo con ayuda” y “no puedo hacerlo de ninguna manera”, en las tres grandes áreas de categorización de la dependencia:
Los cuidados personales: andar con y sin bastón, comer, cortar una rebanada de pan, cortarse las uñas, ducharse, bañarse, lavarse la cara y la parte superior del cuerpo, levantarse de la cama y acostarse, peinarse y afeitarse, quedarse solo durante toda la noche, y vestirse y desnudarse. Las tareas domésticas: cambiar las sábanas de la cama, coser un botón, fregar los platos, hacer la cama, limpiar una mancha del suelo, preparar el desayuno propio, y preparar la comida propia. Los asuntos propios: administrar su propio dinero, andar durante una hora seguida, coger el autobús, metro o taxi, comprar comida o ropa, tomar sus medicinas y utilizar el teléfono.
Se constata que la necesidad de ayuda es menor cuanto más frecuente es la realización de una actividad: las actividades que se repiten cotidianamente (comer, vestirse, lavarse) requieren mucho menos apoyo de terceras personas que aquellas de periodicidad mayor (ducharse, lavar la ropa) o simplemente de periodicidad no fija (andar una hora seguida o cortarse las uñas de los pies).
Salvo la necesidad de ayuda de terceros para realizar algunas de sus actividades cotidianas, muchas características diferencian a la población de personas en situación de dependencia, y por lo tanto, la forma de prestar esa ayuda puede diferir de unos a otros, en particular cuando contemplamos la discapacidad como antesala de la dependencia, no obstante, la ayuda a domicilio es demandada por dos tercios de las personas en situación de dependencia y también se reclama la atención por la vía del voluntariado social y el servicio de teleasistencia y telealarma para personas en situación de dependencia.
Una de las cosas más señaladas por las personas afectadas es el temor a la pérdida de memoria, la soledad, y las preocupaciones generadas por la propia situación de dependencia como el dolor y la enfermedad.